miércoles, 25 de diciembre de 2013

Pisa

Como los que solo ven ciclismo cuando llega el Tour de Francia, los españoles de a pie solamente se rasgan las vestiduras cuando aparecen los resultados del informe Pisa. El informe Pisa, como una carrera de sacos, a ver quién llega antes a meta. El informe Pisa, malos los profesores, malo el ministro. Con el informe Pisa exculpamos al alumno por lo tendencioso de las preguntas y nos olvidamos del despropósito ombliguista de las regiones que obvian todo lo que se encuentra fuera de sus límites (algún día serán fronteras). Con el informe Pisa, manos a la cabeza, hay que exigir más esfuerzo, ¿a quién? A todos. Yo, que llevo pocos años en el cuerpo pero toda una vida rodeado de maestros, exijo mi culpa proporcional y propongo a los lectores que hagan el cálculo con una sencilla regla de tres. No, no intenten agachar la mirada, no me hagan como mis chavales de la ESO...al final no mirar a los ojos es mucho peor. Compartimos la responsabilidad, por supuesto. Menos a mis padres, que se entregaron a la docencia con una intensidad que solo decayó en los últimos años sometidos por un maremagnum que mezclaba lo digital con un paganismo disfrazado de laicismo. Repartamos, por supuesto, que aquí hay para todos: para los padres solícitos cazadores de los mínimos, que se engañan una y otra vez; para los hijos, acostumbrados al todo hecho y al esfuerzo minísculo; a los ministros del sector y claro, también al docente, hoy envuelto en verde, pero lustros atrás, en el silencio cómplice de la bondad tecnológica y el imperativo legal. En esta educación española de siglas, acrónimos y mareantes bilingüismos de saldo. Lo importante es que sean felices...lo importante es que aprendan y eso conlleva un esfuerzo, una molestia. Sí, memorizar y repetir o, en nomenclatura más engolada, interiorizar y mecanizar. Eso cuesta...en la próxima tutoría les voy a poner un viejo episodio de FAMA, a ver si les transmito la mirada del Tigre. Qué ochentero todo. Qué pre-LOGSE todo. Al final, el único responsable, como siempre, el General Armada. Anda, vete a tu cuarto a estudiar.Tampoco era tan difícil.

Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 5 de diciembre del 2013

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