sábado, 11 de agosto de 2012

Como en una canción de los Planetas (cuento de verano)

Le habían pedido un relato de verano para un importante periódico, el de más tirada y lectores de la región. El año anterior había resuelto la papeleta con un pastiche emotivo de recuerdos del mes de agosto en Salou, pero la broma no les iba a emocionar dos veces. Usó el buscador de su ordenador para seleccionar todos los temas de su disco duro que contuvieran la palabra “verano” y “playa”. Recordó una canción de Marie Laforet sobre una playa en la que la dama francesa susurraba con un lúbrico español y cómo Los Sonor cogían el twist de Nico Fidenco y lo bautizaban Contigo en la Playa...con un martini y escuchando el arreglo lounge de Lou Rawls para el Summertime de Gerswin. No, en Zaragoza, levantando las persianas a partir de las siete de la tarde, dejándose abrazar por el frescor de la madrugada y, cuando digo madrugada hablo de más allá de las cuatro de la mañana. Verano peligroso, como la canción de la Orquesta Mondragón: a Javier Gurruchaga su amante veinteañera lo lanzaba por la borda. Encendió la cafetera, iba a ser una larga noche. “El verano que pasaste en la playa...” aquella semana en un pueblo de Granada, con una cinta TDK en la que estaba grabado un LP de Los Planetas como única compañía, eso podría servir...¿La playa de los Planetas es el reverso oscuro de El Final del Verano del Dúo Dinámico? Esto lo tengo que apuntar para el relato, aunque sea lo meto con calzador, mejor primero lo tuiteo, a ver qué tal responden mis seguidores. Abrió la ventana de la cocina y comprobó que todavía había suficientes luces encendidas como para no dar por terminada la noche. Tenía un mensaje de Ana en el móvil, se metía ya en la cama. Sirvió el café y lanzó dentro de la taza los cristales de hielo. Se evaporaron con rabia. Había comprado un cuaderno en El Árbol aprovechando la compra semanal, asustado por la subida del IVA. Hay gente que se comprará coches antes de acabar agosto y otros que nos compramos cuadernos de hoja clara y línea gruesa. Escribió en la segunda hoja: Pase lo que pase uno siempre termina volviendo a la elegancia de Carlos Berlanga. Uno no sabe si es postmoderno, mitómano o directamente gilipollas, lo que está claro que El verano más triste es un temazo. Estarías mucho mejor aquí, conmigo, en el pueblo, le escribía ella en su mensaje. No lo sabes tú bien, pensó. Pero primero, termino el cuento de verano. 

Cuento de verano aparecido en el Heraldo de Aragón del 11 de agosto de 2012

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