sábado, 21 de abril de 2012

Huelga decir

Esta semana he aprendido dos cosas: primero, que Andalucía es una región psicodélica donde ni la mayor tasa de paro ni las corruptelas con estupefacientes y güisquerías de por medio afectan a la perspectiva ciudadana y ,segundo, cómo se dice en aragonés huelga general. Para ello no me ha hecho falta un curso CCC de uso de la lengua, con las pintadas en las paredes de mi instituto ha sido suficiente. Hoces y martillos, estrellas de cinco puntas, toda la parafernalia soviética en trazos negros y permanentes. Un coste innecesario para las partidas de educación a cambio de unas migajas de exaltación revolucionaria de tercera división. Suma y sigue, el día de la huelga política, del seguidismo festivo, de Miguel Ríos, penúltimo adalid del "Creative commons" (y esto lo digo con el colmillo afilado), cargando contra el capitalismo. Cien días de gobierno popular y una huelga general que desprende aroma de revanchismo electoral. Ni esquiroles ni revientahuelgas, no importa si el Corte Inglés abre o no, con su potestad dominical las grandes superficies evolucionan en la piscina liberal hasta salir del agua convertidas en mamíferos postmodernos. El escenario del juego es otro, no sirven para nada las octavillas ni los piquetes, la información está en la calle, en el aire, como un virus que se transmite. No debemos estar inmunizados, debemos, más bien, aprender a leer esta nueva realidad: Alan Moore estaba en contra del fascismo, mamá quiero ser funcionario... evitemos la silicona en las cerraduras, la dieta Duncan y las manifestaciones con consignas propias de la doctrina Juche. El votante popular, mayoritario en España, ha confiado en las medidas de Mariano Rajoy para la activación del mercado laboral. Si no resultan, seré el primero en pedir cuentas, mientras tanto, hoy iré a mi puesto de trabajo. Espero poder entrar.

columna aparecida el 29 de Marzo de 2012 en el Heraldo de Aragón

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