La acumulación de redes sociales nos permite repetir la misma sentencia ingeniosa en miles de sitios distintos, en busca de la notoriedad efímera de una sociedad que vive al instante, arrojando al olvido, como si de un periódico abrasado por la sal y la humedad de la costa se tratase, lo que hace unos meses era importante. Sin noticias del resurgimiento de Godzilla en el país del sol naciente, ni rastro de las epopeyas en aras de la libertad de los ciudadanos del norte de África, nadie recuerda el alboroto de una parte de la ciudadanía en los días de acampada y agitación. Es extraña esta calma de julio, sin series de éxito que descargarse, alimentados de saldos veraniegos y de monótonas tachaduras en el calendario a la espera de las vacaciones. Todo cuestión de números, la deuda que dejó el anterior Gobierno en Castilla La Mancha alcanza estadios propios de un país bananero, de esos que salían en las aventuras coloniales de Tintín, otro personajes habitual del verano preadolescente. Al final todo es cíclico: las obras en las arterias de la capital aragonesa, la derrota de Argentina en la Copa América, hasta el Tour de Francia acude puntual a su cita sobresaltando las siestas de los españoles. Es hermoso mantener las viejas costumbres y buscar ansiosos las clasificaciones parciales entre el barullo de cifras sobre la calidad de deuda del país, la narración de las noches torrentianas -por desbocadas y por afinidad con el personaje de Santiago Segura- de senadores canarios. Es perenne, por desgracia, la expansión renovada de los afines al terrorismo en los cargos públicos guipuzcoanos. San Fermín y la Vaquilla, los animales azuzados que con muy poco tino siguen comparándose con la lidia. Ha vuelto Luisa Fernanda Rudi, como volvió Zalba a la presidencia del Zaragoza. Veremos qué sucede, por ahora no está perdonando el calor en este julio aragonés.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 21 de julio de 2011
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