El nuevo disco de Fernando Alfaro (en realidad el primero que firma con su nombre en solitario, tras su trayectoria como líder de Surfin Bichos o Chucho y el experimento en la zona “Carnevisión”) se llama La vida es extraña y rara, interpretado junto al multiinstrumentista Raúl Fernández, Refree. Un compendio de canciones que tienen el ritmo pausado y narcótico como señal diferenciadora y que se vertebran en las estupendas letras de Alfaro. Como el tema que abre el disco, Extintor de incendios, una nana tóxica de esas que te atrapan con la primera escucha, la despedida de un rebelde frente al río del olvido. El segundo corte, Camisa hawaiana de fuerza, había sido rodada ya en directo por Fernando Alfaro y es una de esas canciones totales, plena de imágenes, mostrando cómo se puede interpretar la locura con pianos de juguete.La dulzura afrancesada con la que se abre Los Héroes podridos no es más que una canción social donde se mezclan los zombies, la violencia doméstica y la retransmisión detallista de la tragedia por la televisión, partes continuados, el mando a distancia es el nuevo cetro. El dolor del miembro fantasma retoma obsesiones del imaginario de Alfaro: la mutilación como religión y zona de contactos, Cronenberg y las amalgamas cárnicas. Otro de los temas claves del disco, supurando hiel y carcoma amorosa. Con Gol psicológico no te das cuenta de que estás escuchando una letra con tópicos futbolísticos hasta que es demasiado tarde, pero es una buena canción. La dulzura acústica de Teléfono de Atropellos, tiene un punto bucólico inédito hasta que el colmillo afilado de Alfaro hace su aparición justo al aparecer la tormenta. El tono retro de El último crooner santo, el último lobo, nos ofrece un arreglo cincuentero, casi en la onda de Bobby Darin o el Roy Orbison más calmado. Un viaje largo, largo, tiene el aguardiente del Cantábrico sosteniendo la canción, no solo por la presencia puntual en las voces de Nacho Vegas, nubarrones de Barry Gifford para uno de los temas cumbres del LP. La violencia del Chucho aparece en Hijo de perra, caústico y amenazante, un tema que puede funcionar muy bien en directo, con un guiño al limón, la sal y la frontera mexicana. Las trompetas siguen con sus guiños en el Himno del Caminante Kamikaze, como una versión postmodernas de Ghostriders in the sky mezclada con la Balada de los Boinas Verdes. Burbujas y voces de Raudive nos llevan hacia la trufa venenosa. Es el final del camino para el disco del retorno de Alfaro, uno de los grandes, desnatado en electricidad, sigue lúcido en los textos, aunque extraño un poco de mala leche.
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