Salían como animales escapando por una gatera, era una mañana de porras y café con leche en Madrid, pero casi no había nadie por la calle. Poco a poco, fue llegando la tarde del día después, más o menos a la misma hora que entraba en prensa la edición especial de El Jueves dedicada al Golpe, con Martínez “El Facha” como protagonista estelar, volvía el Chopo Iríbar a la playa de La Concha. Iríbar, tantas veces internacional con España (antes de que se llamara “La Roja”) había manifestado su apoyo a Batasuna (entonces se llamaba HB, los mismos miserables con distintos nombres) y montado en una simple chalupa había recorrido la distancia que separaba Francia de San Sebastián hasta dos veces en la misma noche. Los medios utilizados para salir pitando fueron variados, casi una definición de plataforma logística: tierra, mar y aire. Como en el Congreso, solo se quedaron, de pie o sentados, los valientes. Luis Sánchez Pollack, algo cargado, casi como si acabara de salir de grabar el especial de Nochevieja, se echaba a la cama después de haberse tomado unos cuantos espirituosos con la única compañía de los tanques en las calles de Valencia. Ángel Guinda, en Zaragoza, hacia cábalas para poder cuadrar a todos los invitados en la fallida presentación de su libro. “Vida Ávida”, que tenía que haber tenido lugar en la sala Oasis la noche anterior. Mis padres escuchaban la radio, aliviados por fin, y recortaban la portada del Heraldo para que años después, y junto a un ejemplar de Interviú que traía grabaciones sonoras de lo acontecido en el interior del Congreso, su hijo mayor leyera aquella historia. Que la leyera y aprendiera que, en la mayor parte de fechas históricas, lo importante para la gente, para su vida, es la mañana siguiente.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón de Jueves 24 de Febrero de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario