dedicada a Sergio Duce
En breve se estrena en salas comerciales “La sombra prohibida”, la última actuación de Paul Naschy en la pantalla grande. Naschy, Jacinto Molina según su documento nacional de identidad, es un mito de la serie B en España, la que a base de imaginación, maquetas precarias y guiones delirantes alimentaban las sesiones dobles de los cines, en la época en la que todavía se podía fumar en las salas. Vi una de las últimas encarnaciones de Naschy en los antiguos cines Buñuel, el clásico hombre lobo Waldemar Daninsky, una película errática pero llena de encanto, un tipo de cine artesanal que quizá ahora, en la era digital de producciones “Mussoliniacas” dejarían indiferente a la mayor parte del público joven actual. Una muestra de esta tradición se puede disfrutar si se visita la exposición “La serie B en el cine español, cuando el dinero no es un problema” en el Centro de Historia de la capital aragonesa. Allí podrá contemplarse un catálogo de carteles (muchos de ellos sugiriendo una aventura mucho más excepcional que la que luego ofrecía el largometraje) que son en sí casi una historia del arte pop: parafernalia propia de los años setenta y ochenta, atrezzo de coproducciones con Italia y actores norteamericanos en decadencia mendigando sus últimos papeles en fotografías color sepia. Los que disfrutamos con el terror fantástico, con la ciencia ficción en cualquiera de sus encarnaciones, siempre tenemos un hueco en el corazón para pioneros del cartón y la sangre hecha con ketchup, para Naschy, Jess Franco o Armando de Osorio, licántropos de vocación, zombies a la fuerza en un mundo analógico que se desmorona, amanuenses de sueños…aunque fueran escalofriantes. Que Cthulhu te sea propicio, maestro.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón de 27 de Enero (jueves) de 2011
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