Abrir la boca para llenarla de lluvia festiva, aguantar el tirón con un poco de poesía, una techambre sintética y unos cuantos amplificadores. Eso es lo que ofrecían Dadá el pasado domingo en una de las propuestas más lúdicas que uno puede encontrarse en las calles zaragozanas: cuando llegamos Don Nadie desgarraba las almas al toque del aullido y Daniel Rabanaque colocaba el micrófono para comenzar la letanía... unos minutos de oxígeno antes de la fiesta (con otros colaboradores, Jaime Ocaña, que ese día estaba en San Bruno, o Pato y Hernán, el Teatro Indigesto, Diego Peña...) y después de los teloneros (más que eso, parte de la esencia tribal del proyecto Dadá), Dadá en estado puro, caminábamos por un arteria encharcada, elevados de vinilos y cubatas, sonaba Bailaré sobre tu tumba de Siniestro Total, un tema que habitualmente utilizan para cerrar los recitales, pero que esta vez dejaba el horno preparado para los pasteles. De socorrido blues rock con la revisión de Ray Charles, un clásico ya, también el bollo relleno de carne picada desde el asador de Chuck Berry y su Co, maño, co.... aceitoso funk subiendo la temperatura, llegaron la gente del Teatro Indigesto desde las ruinas de Oregón Televisión para ensamblar un popurrí de lengüetazos, éxtasis eléctrico y ligueros desgarrados. Y lo mejor es que todavía sigue, cada día es distinto, Dadá en plena forma.
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