jueves, 16 de septiembre de 2010

Principios y finales


El verano termina cuando suena el Dúo Dinámico en una sesión de sábado y aparecen como hongos postmodernos los coleccionables en los quioscos. Con ellos aumento el número de sagas inconclusas, de las cuales sólo tengo el primer número. Los dos por uno, la oferta de salida, tebeos, muñecos o películas de terror. Una acumulación de comienzos sin terminar. Otra colección incompleta más, como la de las treguas etarras, guardo cuatro o cinco y hace años que no me creo ninguna. Francia avisa desde el otro lado de los Pirineos, pero nosotros, que siempre somos más listos, nos la comeremos con patatas. Porque no habrá nadie más agudo que el presidente español que acabe con ETA. Yo soy de los que le suele hacer caso a Mayor Oreja incluso a riesgo de lapidación mediática y me sigue importando la opinión de las víctimas, sólo en la intimidad, no vayan a esperar valentía de nadie a estas alturas. Espero que sea el principio del fin, pero la fe es para los proscritos y hace tiempo que prefiero estar dentro de la ley. Yo, como la versión 2.0 de este país, nací ya con esta lacra y he tenido que cargar con ella mientras fantoches, políticos de tercera y ladrones de interior, mostraban una paciencia exasperante. No sé si hay luz al final de este tunel, lo que está claro es que lo que hemos dejado atrás ha oscurecido para siempre nuestras almas. Estamos cansados, muy cansados, demasiado como para andarnos de nuevo con florituras y miramientos. Hartos de la parafernalia de las capuchas y el puño en alto, de los reptiles y las hachas. Hemos movido tantas piezas que el ajedrez en nuestro lado está casi vacío. Y no estoy hablando de la monarquía, que eso lo guardo para otra columna.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del sábado 11 de Septiembre

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