El pasado jueves en el Café Hispano tuvimos la oportunidad de una noche eléctrica, de cuchillas afiladas y altísima poesía rock. El músico granadino Antonio Arias, líder de los Lagartija Nick y antiguo bajista de la mítica banda 091, presentaba su primer LP en solitario con la banda zaragozana El Hombre Lento como teloneros.
El Hombre Lento son una de las mejores bandas en directo que hay ahora mismo en Aragón, si a eso le sumamos una imaginería brutal para hacer canciones el resultado es un proyecto que de prometedor ha pasado a realidad absoluta. Con Chiqui Lento en acústica, voces y letras y JJGracia (antigua solista de Dos Lunas) como cabezas visibles del proyecto, el sonido de El Hombre Lento corta sin miramientos el alma del oyente apuntalado por una excelente sección rítmica, Guillermo Mata en el bajo y Carlos Gracia en la batería. El Hombre Lento es un veneno, un tóxico de duración mutable que se te mete dentro y hace temblar tus sinapsis más íntimas. Es fácil acudir a referencias como Corcobado o Joy Division, pero canciones como Aeroplano Africano, con su cadencia de spoken word alucinado, o Balada de Janice, como una avinagrada ranchera tabernera, nos hacen pensar que El Hombe Lento es un concepto, salvaje, auténtico, de los que fermenta a fuego lento en los peores tugurios de la ciudad. Abrieron con un tema nuevo, hablaron del veneo y los frascos de clavos en otro estreno de los que te hacen aguantar la respiración...volvieron a provocar una epilepsia emocional con Europa o Se Abre el cielo. Cuarente minutos de nigromancia, futurismo decadente y actitud que te dejan, como una dosis de ursulum, con ganas de más.
Antonio Arias al bajo, acompañado de dos guitarras y batería, desgranó los temas de Multiverso, una exploración alucinada al misterio del cosmo, basado en textos y poemas de científicos y escritores como el mexicano José Emilio Pacheco, David Jou o Carlos Marzal. Lírica de las estrellas para temas como Derrota de Bill Gates, Genesis u Odisea en el espacio. Una única pega, lo ininteligible de la voz de Arias en la mayor parte de los temas, lo que, evidentemente, resta fuerza a un proyecto donde los textos son fundamentales. El muro de sonido, denso, perfectamente ejecutado, fue sobresaliente. Un concierto arriesgado, que se cerró con un inversosímil pero agradecido momento yeyé ácido con la versión de Los Ángeles, No sé qué hacer, a cuatro voces, sobre todo con la de Popi González, batería de Arias e hijo de uno de los fundadores de la banda de Granada. Antes, una versión de los Beatles completamente prescindible.
El Hombre Lento son una de las mejores bandas en directo que hay ahora mismo en Aragón, si a eso le sumamos una imaginería brutal para hacer canciones el resultado es un proyecto que de prometedor ha pasado a realidad absoluta. Con Chiqui Lento en acústica, voces y letras y JJGracia (antigua solista de Dos Lunas) como cabezas visibles del proyecto, el sonido de El Hombre Lento corta sin miramientos el alma del oyente apuntalado por una excelente sección rítmica, Guillermo Mata en el bajo y Carlos Gracia en la batería. El Hombre Lento es un veneno, un tóxico de duración mutable que se te mete dentro y hace temblar tus sinapsis más íntimas. Es fácil acudir a referencias como Corcobado o Joy Division, pero canciones como Aeroplano Africano, con su cadencia de spoken word alucinado, o Balada de Janice, como una avinagrada ranchera tabernera, nos hacen pensar que El Hombe Lento es un concepto, salvaje, auténtico, de los que fermenta a fuego lento en los peores tugurios de la ciudad. Abrieron con un tema nuevo, hablaron del veneo y los frascos de clavos en otro estreno de los que te hacen aguantar la respiración...volvieron a provocar una epilepsia emocional con Europa o Se Abre el cielo. Cuarente minutos de nigromancia, futurismo decadente y actitud que te dejan, como una dosis de ursulum, con ganas de más.
Antonio Arias al bajo, acompañado de dos guitarras y batería, desgranó los temas de Multiverso, una exploración alucinada al misterio del cosmo, basado en textos y poemas de científicos y escritores como el mexicano José Emilio Pacheco, David Jou o Carlos Marzal. Lírica de las estrellas para temas como Derrota de Bill Gates, Genesis u Odisea en el espacio. Una única pega, lo ininteligible de la voz de Arias en la mayor parte de los temas, lo que, evidentemente, resta fuerza a un proyecto donde los textos son fundamentales. El muro de sonido, denso, perfectamente ejecutado, fue sobresaliente. Un concierto arriesgado, que se cerró con un inversosímil pero agradecido momento yeyé ácido con la versión de Los Ángeles, No sé qué hacer, a cuatro voces, sobre todo con la de Popi González, batería de Arias e hijo de uno de los fundadores de la banda de Granada. Antes, una versión de los Beatles completamente prescindible.
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