En estos días de presupuestos pactados y resurgir de indignados al  calor del primer estío, los abonados a la actualidad gafapástica nos  hemos visto sobresaltados por las declaraciones de Lourdes Hernández,  más conocida como Russian Red, que se definía conservadora. El  compromiso del intelectual (palabra de dimensiones mayúsculas que por su  capacidad de aglutinar individuos ha acabado perdiendo mucho de su  valor) es la crítica constante al poder establecido. Algo que parece  sencillo en principio pero que muchos, arrastrados por el pesebrismo y  la gula de la subvención, terminan abandonando en aras de estadios mucho  más confortables. Uno puede abandonarse a la pura delectación artística  durante más de un lustro, pero espero que entiendan también que me  resulte ridículo cuando se descuelgan con proclamas puntuales,  panfletarias y perfectamente situadas en los lugares comunes. La crítica  constructiva no tiene por qué implicar el deseo de reventar el sistema,  es más, uno puede denunciar las irregularidades e injusticias desde la  derecha o la izquierda. Hace poco Amaral adelantaban novedades sobre su  próximo disco y en la rueda de prensa Juan Aguirre aprovechó, quizá con  unos años de retraso, para lanzar una chinita a la línea de flotación  del bipartidismo. Eva y Juan han mantenido una trayectoria absolutamente  coherente desde su éxito masivo, es más, nadie les puede acusar de  estar vendidos al capital maligno de las multinacionales porque ahora  mismo gestionan completamente su carrera. Y aunque el crecimiento  exponencial que han tenido en la prensa sus palabras ha terminado  provocando una cierta marcha atrás de la banda, esperemos que sigan,  desde la corrección y la opinión formada, siendo incómodos, realmente  incómodos.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del viernes 24 de Junio de 2011
 
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