martes, 21 de agosto de 2012

Hermanos y enemigos (un documental): Petrovic y Divac

Mi primer recuerdo de la selección de Yugoslavia es en el preolímpico de Seúl, las tres plazas que estaban en juego aquellos días tenían dos destinatarios claros: los balcánicos y la omnipotente URSS de los gigantes. Yugoslavia, los plavi, nos habían ganado el bronce en el europeo del año anterior, el europeo de Gallis y Yannakis, en el que vibramos con la victoria de Grecia sobre los rusos como si fuera nuestra. Entonces, está claro, que mi primer recuerdo de los plavi es del año 1987. No recuerdo los miembros de aquellas selecciones, pero sí que me acuerdo de Petrovic y el Cibona, del Partizán de Divac jugando la Copa de Europa del año 1988 y ganando todos los partidos previos para caer en la Final Four ante los dólares del Tracer y el Maccabi. En aquel Partizan estaba Savovic, un cinco que llegó a jugar en el Puleva de Granada junto a Goran Grovic, que llegó a ser máximo anotador de la ACB. Pero me acuerdo, sobre todo, de la Jugoplastika de Kukoc, Radja, Sretenovic, Ivanovic, Perasovic...allí hasta el que llevaba las toallas era mejor que cualquier matado de la liga española. Se merendaron al Barcelona y a quien se les puso por delante e incluso, cuando Kukoc se quedó solo y se convirtió en el Pop 84 (denominación que nunca llegué a entender del todo) se llevaron la tercera copa de Europa. La cosa iba muy en serio, porque luego se juntaban en la selección y estaba Zarco Paspalj del Zadar (que fumaba como un cosaco y era escolta con 2,07), Stojan Vrankovic, que medía mil metros de altura, estaba Zdoc, que era esloveno, estaba el hermano de Petrovic, Arapovic y Cjvticanin (que jugó en el Estudiantes un tiempo, el típico falso dos que jugaba con Petrovic, como le pasó a Biriukov, que al final tenía que subir el balón porque Petrovic estaba más por ir metiéndola una detrás de otra)... había mucha más gente, no quiero tirar de wikipedia porque este texto es emocional y subjetivo, ni más ni menos...estaba el Estrella Roja de Belgrado, estaba Zoran Savic que jugaba de cinco con Radja, un cinco defensivo y luego tenía una mano para meterla en sus temporadas en el Madrid o en el Barcelona. Un equipo de carácter, un equipo grande no, grandísimo... recordar la plantilla de aquel Mundobasket de Argentina, en el año 1990 y compararlas con lo que llevabamos nosotros más que dar pena da risa. Ángeles jugando al baloncesto, pasando por encima de Alonzo Mourning, Kenny Anderson (pobre Kenny...nunca triundó del todo), Laettner...universitarios a punto de llevarse los dolares profesionales y que vieron la acepción de "juego" referida al baloncesto llevarse a su punto álgido aquellos días...

¿A qué viene esto hoy y en este blog? He estado viendo el documental sobre Divac y Petrovic, cuando la guerra separó a dos amigos íntimos, las banderas, la raza y la religión. Divac, serbio y yugoslavo pero más yugoslavo que serbio y Petrovic yugoslavo y croata, pero más croata que yugoslavo... cuando estuvieron en la NBA, cuando Divac, con dos narices, se convierte en el 5 de los Lakers, el que va a sustituir a Karem y Petrovic, después de escapar del Madrid y deambular por la NBA en los Portland Trail Blazers, termina en los Nets y las empieza de todos los colores en aquel equipo maldito (en mi época lo peor eran los Nets, los Kings y los Clippers, pero lo puto peor), el tío le mete 44 a los Bulls y Jordan no lo puede parar...pero no habla con Divac, con su amigo, porque en los Balcanes las cosas están tan cubiertas de sangre que Toni Kukoc (que sale en el documental hecho un auténtico anciano) cuenta que no hablaban con Divan porque tenían miedo por sus familias. Hay unas cuantas frases en el documental escalofriantes: "no es una guerra de buenos contra malos" es una de las más fuertes. Dino Radja, que empezaba a triunfar en los Celtics, jugando muy dignamente, tampoco hablaba con Divac. Los tres croatas...y luego las Olimpiadas de Barcelona y luego Petrovic, que se iba a convertir en un auténtico All star y que no sabemos dónde podría haber acabo, muere en un accidente de tráfico. Como Fernando Martín...dos vidas paralelas, dos leyendas distintas, pero leyendas. Radja en el Messagero di Roma, Kukoc en la Benetton de Treviso. Kukoc subiéndola en los Bulls, de sexto hombre a hacer dobles dobles cuando se retira Jordan...Kukoc y Pippen a punto de hacer campeones a los Bulls sin Jordan.

Toda aquella sangre, todos aquellos bosnios, macedonios, croatas, eslovenos, serbios...los plavi, la generación rota, la muerte en los noventa, las banderas, las religiones. Divac va a ver a la madre de Petrovic y sigue habiendo dolor y resentimiento. Divac, veinte años después, deja unas flores en la tumba de su amigo Drazen y una foto en la que se abrazan, campeones, mágicos, adolescentes con la varita mágica del baloncesto. No merece la pena nada de eso, no hay odio, ni tierra, ni frontera. Me acuerdo de aquella guerra, me acuerdo de Noriega, de Don Francisco poniéndonos la radio en clase de geografía, séptimo de EGB, me acuerdo de la Casa Cuartel en Zaragoza, me acuerdo de Giménez-Abad, me acuerdo de estar en las Fiestas de Teruel el día que mataron a Miguel Ángel Blanco... Divac y Petrovic, Paspalj, Djordevic, Danilovic, Sretenovic, Komacek, Vrankovic, Kukov, Cjeticanin, Arapovic, Grovic, Savovic, Jovanovic, Radja, Petrovic, Cutura, Ivanovic, Perasosic, Ranko Zeravica, Boza Malkovic...Divac y Petrovic.

Se me han saltado las lágrimas viéndolo....estará muy sensible con el final del verano.

domingo, 19 de agosto de 2012

Un manifiesto analógico de madrugada (Creo en el fanzine Thorn)

Cada vez que tengo un fanzine en las manos pienso que el mundo tiene solución. Que los artistas, los escritores, los fotógrafos se junten en una copistería y desempaqueten un puñado de revistas, con su grapa, con su goma agarrando un puñado de números...es emocionante. Uno de los amantes de estas pequeñas joyas, de estas reductos de la era analógica, la de las emociones puras, escasas, reales...es Miqui Puig. Miqui, junto a una serie de aliados de categoría como Kiko Amat o Miqui Otero, además de sorpresas como la vocalista de Illa Carolina, Carol Badillo, entre otros, crean una golosina de adictivo pop, con unos textos basados en las cosas hermosas de la vida: los bailes, las canciones pop, las costumbres y los recuerdos.

Yo soy un chico de fanzines, yo soy un chico fanzinero y creo que no he sido tan feliz como en aquellos tiempos: porque entonces las cosas eran reales, sucedían...se recordan con la memoria, con las entrañas: cada canción pinchada, cada beso robado, se celebraba como la pequeña victoria que era. Hoy con una cuenta premium, un programa de dj virtual, un servidor para libros digitales y un editor de vídeo de serie hacemos monstruos mediocres que nos hacen personas mediocres.

Hoy, en la vulgaridad de una entrada de blog de madrugada, mientras corrijo un libro de letras de canciones, mientras cuento los días antes del apocalipsis laboral...escribo este breve manifiesto de intenciones: Creo en el vino, el tecnopop, los zombies, las mujeres y los tebeos. Creo en las cintas de vhs con etapas del tour 89, creo en las tdk, en las mixtapes de verdad, en los EPs de vinilo, en la familia, los viernes y los sábados, el whisky con soda, los trenes baratos, en los programas de radio de madrugada, en Arús e Iker Jiménez, en Mario Hinojosa, en los hijos de mis amigos, en los amigos que han tenido hijos y siguen tocando la guitarra y viendo el baloncesto, en The Smiths y Golpes Bajos, Leonard Cohen y Javier Carnicer, creo en Huesca, en los besos de Ana, el CAI Zaragoza, Confesiones de Margot y los amigos ausentes, creo en Miguel Mena, Ángel Guinda, Pepe Melero, Santi Rex y Gabriel Sopeña, en Miqui Puig y Enrique Kb, en Vicente Muñoz e Igor Paskual, en Carmen, Olivier, Toño, Charly, Javier, ChaPablo, Luis, JuanL,Enrique, David, en Maribel, en Daniel, en Aloma, en Eva, Pedro P., Diego, Víctor, la Militancia al completo...creo en ti que estás leyendo esto y estás de mi lado.

viernes, 17 de agosto de 2012

S02E03: Chicas y pop en Can Tuyus (Ellas cantan, ellas escriben Primera Parte)

El pasado miércoles nos acercamos a Can Tuyus para hacerle una visita a Miqui Puig y charlar un rato sobre chicas y canciones pop. Hablamos de singles de vinilo, de Javier Corcobado, Talking Heads, las cantantes italianas que son capaces de pasar del twist a San Remo sin solución de continuidad, viajamos después a Francia, para elegir entre susurros y rock, entre Hardy o Vartan, entre Beatles o Stones y entre Manchester y Liverpool. Al final nos quedamos con la belleza de los días. Ya no quedan viejos clubs, ya no quedan sitios para poner Northern Soul.Solo nos quedan los ojos de Marie Laforet. Descargar aquí

Crónicas del estío (Segunda parte)

Podría hablar de cosas banales, como que la vuelta de Contador a las carreteras me emociona como cuando tenía diez años y veía a Perico Delgado reventando la carrera en el Puy de Dome, o que de todos los juegos olímpicos me quedo con los chicos del baloncesto, apretando los dientes, a punto de ponerlo todo patas arriba -solamente me pongo yanquis go home! cuando nos la jugamos de tres. Podía hablar de la tristeza del IVA crepuscular, de la cara de "primaveras" que pone Rajoy cada vez que hace una comparecencia pública, que si ellos tienen a James Bond, nosotros tenemos a Anacleto -señor Rubalcaba, usted tiene más de Richard Nixon que de Jimmy Carter. Podría hablar de las canciones del Dúo Dinámico, los mods y la Union Jack (anda que como saquen los Estopa la bandera en Madrid 2020 les van a caer por todos los lados), de los muñecos diabólicos, del día de los muertos, de la Virgen del Carmen. Podría contaros que fui con mi madre a San Nicolás el lunes pasado, a ver si llega septiembre y tengo trabajo. Podría incluso analizar con profundidad a ese Robin Hood de saldo, al adalid de la propiedad común si las cosas son de los demás, el señor con nombre de lateral bético, proponiendo soluciones untadas en la pastosa salsa de la demagogia mientras amilana cajeras -seguramente reaccionarias y amantes del capital. Pero después de la vuelta al ruedo de los perros rabiosos del hacha y la serpiente. Hoy en una huelga caricaturesca en la que solo se llevan a la boca las mismas palabras que han pisoteado una y otra vez. Pienso que la vida cada vez se parece más a una canción de Dylan, esa que dice: Debe haber alguna manera de salir de aquí, le dice el payaso al ladrón. Mírate las manos, si no las tienes llenas de sangre, estás en el lado correcto. 

Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 16 de agosto de 2012

lunes, 13 de agosto de 2012

Un relato (con ilustraciones de Charly Aquilué) en Black Pulp Box

Hace ya unos meses mi colega Vicente Muñoz Álvarez me pidió un relato para la antología más ambiciosa, pulp y salvajemente funkie que he tenido el gusto de participar: Black Pulp Box. Imagínate una película de Shaft pero con banda sonora de algún combo perdido de sonido Caño Roto...imagínate a un antiguo dandy decadante, ex de todas las cosas buenas y nocivas de la tierra, de viaje por Amsterdam buscando un viejo single de vinilo de una banda que juntaba la rumba catalana con los pedales wahwah, imagina a una estrella del pop como coprotagonista, imagina una canción del Niño Gusano con nombre de animal, imagina ese animal acercándose al protagonista del relato en uno de los canales, imagínate un tipo que copia el estilo de Irving Welsh es una habitación de hotel barato mientras comprueba los resultados de ciclismo en el ordenador de recepción, imagínate que llama a Charly Aquilué antes de Bicaberut y le pide que le haga las ilustraciones. Más o menos eso, en un sobre, con un sello, fue lo que le mandé a Vicente...ya está a la venta en Zaragoza...

lo he visto en el Tajmahal. Merece mucho la pena.


domingo, 12 de agosto de 2012

Hand in glove (un relato)


 dedicado a Miqui Puig y Miguel Mena
 (porque la vida poniendo canciones de los Smiths 
en la radio es mucho mucho mucho mejor)

La diva estaba preparándose un té en la cocina de su casa. Caminaba descalza por el pasillo con la taza de té en la mano cuando sonó el teléfono. Aceleró su paso para alcanzar el auricular justo antes del cuarto toque. Sus hijos veían la televisión sentados a los pies del sofá y tuvo que pedirles que bajaran un poco el volumen.

-Dígame
-Perdón, buenas tardes-una voz joven y nerviosa acumulaba palabras al otro lado de la línea-¿Es usted la señorita Shaw?
- Sí, soy Sandie Shaw y ¿usted es?
- Eh, sí, Mrs Shaw, me llamo Johnny Marr y toco la guitarra en una banda que se llama The Smiths, no sé si nos conoce...
- No, no tengo el placer, ¿perdone, cómo ha conseguido este número?

Al otro lado de la línea Johnny Marr apartaba a Morrissey que, a pesar de no haber querido ponerse al teléfono no paraba de decirle cosas al oído:

-Johnny, dile que tenemos una canción que se llama Jeane...pero díselo, Johnny, dile que hemos escrito una canción para ella...pero que puede cantar cualquiera, cualquier canción...
- Steve -todo el mundo sabe cuánto odia Morrissey que lo llamen por su nombre de pila- si no te calles no nos va a hacer ni caso
- Pero dile...

Sandie Shaw se impacientaba, sus hijos querían ver los dibujos animados, el té se le enfriaba y había un jovencito al otro lado de la línea que quería convencerla para que volviera a cantar. ¿The Smiths? No le sonaban de nada...qué nombre tan vulgar pensó. 

-Mire, estoy ocupada, voy a colgar.
-No, no, por favor, espere...ahora se pone el cantante, ya verá, es una canción preciosa...la hemos escrito para usted.


Marr le ofreció el teléfono a Morrissey que, tímido, muy tímido, negó con la cabeza. No se pondría al teléfono por nada del mundo y menos si estaba Sandie Shaw al otro lado. Marr, cabreándose por momentos y sin acabar de ver el sentido punk del asunto volvió a intentarlo:

-Mrs.Shaw, mire, somos grandes fans suyos y nos gustaría mucho que, por lo menos, escuchara la canción que hemos escrito.


(Johnye, Johnye, dile que tenemos más, que puede cantar la que quiera...cállate Steven)

Sandie Shaw, un poco sorprendida por la insistencia de aquellos muchachos y con ganas de terminarse el té antes de que se convirtiera en un líquido helado imposible de beber, le contestó:

-Está bien, escucharé la canción...

Y el resto es historia.

sábado, 11 de agosto de 2012

Como en una canción de los Planetas (cuento de verano)

Le habían pedido un relato de verano para un importante periódico, el de más tirada y lectores de la región. El año anterior había resuelto la papeleta con un pastiche emotivo de recuerdos del mes de agosto en Salou, pero la broma no les iba a emocionar dos veces. Usó el buscador de su ordenador para seleccionar todos los temas de su disco duro que contuvieran la palabra “verano” y “playa”. Recordó una canción de Marie Laforet sobre una playa en la que la dama francesa susurraba con un lúbrico español y cómo Los Sonor cogían el twist de Nico Fidenco y lo bautizaban Contigo en la Playa...con un martini y escuchando el arreglo lounge de Lou Rawls para el Summertime de Gerswin. No, en Zaragoza, levantando las persianas a partir de las siete de la tarde, dejándose abrazar por el frescor de la madrugada y, cuando digo madrugada hablo de más allá de las cuatro de la mañana. Verano peligroso, como la canción de la Orquesta Mondragón: a Javier Gurruchaga su amante veinteañera lo lanzaba por la borda. Encendió la cafetera, iba a ser una larga noche. “El verano que pasaste en la playa...” aquella semana en un pueblo de Granada, con una cinta TDK en la que estaba grabado un LP de Los Planetas como única compañía, eso podría servir...¿La playa de los Planetas es el reverso oscuro de El Final del Verano del Dúo Dinámico? Esto lo tengo que apuntar para el relato, aunque sea lo meto con calzador, mejor primero lo tuiteo, a ver qué tal responden mis seguidores. Abrió la ventana de la cocina y comprobó que todavía había suficientes luces encendidas como para no dar por terminada la noche. Tenía un mensaje de Ana en el móvil, se metía ya en la cama. Sirvió el café y lanzó dentro de la taza los cristales de hielo. Se evaporaron con rabia. Había comprado un cuaderno en El Árbol aprovechando la compra semanal, asustado por la subida del IVA. Hay gente que se comprará coches antes de acabar agosto y otros que nos compramos cuadernos de hoja clara y línea gruesa. Escribió en la segunda hoja: Pase lo que pase uno siempre termina volviendo a la elegancia de Carlos Berlanga. Uno no sabe si es postmoderno, mitómano o directamente gilipollas, lo que está claro que El verano más triste es un temazo. Estarías mucho mejor aquí, conmigo, en el pueblo, le escribía ella en su mensaje. No lo sabes tú bien, pensó. Pero primero, termino el cuento de verano. 

Cuento de verano aparecido en el Heraldo de Aragón del 11 de agosto de 2012