viernes, 18 de noviembre de 2011

El búnker

Todos los lectores habituales de esta columna saben que me corroe la angustia de un apocalipsis zombie. Los muertos vivientes abriéndose paso a través de los nichos de Torrero en busca de carne fresca. Durante años he ido preparándome para ese momento, acumulando provisiones y filtros para potabilizar el agua. Incluso indago diariamente la prensa mundial en busca de posibles avisos del brote inicial en alguna ex-república soviética perdida -nunca sabremos bien qué se esconde en esos laboratorios abandonados. Cuando uno lee la expresión "Punto de no retorno" referida a la situación económica uno empieza a pensar en la opción de ocultarse en un bunker, la verdad. Términos que parecen salidos de la chuleta de un estudiante de Macroeconomía I están en boca de todos, como si las dos tardes que necesitó nuestro presidente saliente -no utilizo el nefasto, que ya estamos cansados de tanto epíteto- no fueran realmente suficientes -y esto, por si no queda claro, está escrito en modo ironía. Pongamos las cartas sobre la mesa, la temporada de las bromas ha terminado, el Gobierno socialista ha dejado al país en una situación de quiebra técnica, en lo moral y en lo material, han arrasado con las precarias estructuras empresariales, han promovido la escalada del despilfarro, sosteniendo sus desvaríos a base de hipotecar la nación mientras aliviaban las calderas financieras con la alegría del que se siente impune. El señor Alfonso Guerra, previsible y cíclico en su papel de Pepito Grillo que acaba encarnando a Fofito, es la gota que colma el vaso. El descalabro se acerca y yo, como ciudadano, tengo que exigir a los políticos que me han gobernado estos últimos ocho años su responsabilidad. Háganlo ustedes también. Sigo con la idea del búnker. Por cierto, me quedan sitios libres, pero cada vez están más solicitados.


Crónica aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 17 de noviembre de 2011

viernes, 11 de noviembre de 2011

Caro Silvio

Desayuno con la caída de Silvio Berlusconi, se atraganta el café solo con hielo, porque en las entradas del presidente deben verse reflejados nuestros candidatos. De aquella Italia demócrata y cristina, la que parecía anclada en una versión postmoderna de las novelas de Don Camilo -esa complicidad latente entre la Iglesia y el comunismo "sui generis", de pálpito partisano que solo se podía encontrar allí-, la Italia del Mundial 90, de las Brigadas Rojas y los programas dominicales de Adriano Celentano, a esta, la que heredó el espíritu de Tele 5, inoculándolo por Europa como la peor enfermedad mediática de la historia. De Felice Gimondi venciendo en la montaña del Tibidabo, de Saronni y Moser trampeando en las cuestas a la explosión intoxicada de Marco Pantani. Esa Italia que ha sobrevivido en el frágil equilibrio de catolicismo, identidad nacional psicodélica y mafia comienza a resquebrajarse.

Una tierra en la que los jueces cansados pasan de héroes a corruptos, con una industria de marcas planetarias que parecen tener más nombre que estructura logística, una tierra que entregó sus llaves a un populista esperando que los problemas se solucionaran a base de injertos y seducciones amañadas. El pueblo soberano habló y hay que respetarlo, hoy ha sido el mercado y la economía, jurado binario de nuestros días, los que han provocado su caída. No hay sitio para los audaces, no hay sitio para nadie en esta Europa inventada. Buscando respuestas en las canciones de Franco Battiato, elegir la que hablaba de buscar un punto de gravedad permanente o la opción primera de convertirnos al nomadismo. Menos mal que nos queda Pavese y el "diablo" Chiapucci atacando camino de Sestrieres.

Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 10 de noviembre de 2011

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Después de un tiempo...lo encontré


En una antigua entrada de mi blog, cuando aún se llamaba Zaragota a secas, descubría una de mis búsquedas fetiches, el "Libro de los muertos" que editó Ultramar hace un montón de años. Una antología de relatos editada por John Skipp y Craig Spector en la que distintos autores del género del terror ambientaban sus relatos en un escenario post-apocalipis zombie, con las reglas y el beneplácito de George A. Romero. Absolutamente agotado y descatalogado, unos años después, la entrada es del verano del 2007, tras buscarlo y buscarlo, lo he conseguido. Ahora mismo vuelvo de correos, con un ejemplar manoseado y marcado, como tiene que ser.

Casi me da miedo empezar a leerlo, porque después de tantos años imagino que la lectura no podrá saciar la espera, pero me he sentido como un personaje de novela, buscando en los polvorientos rincones de la red, en librerías de viejo de segunda mano. Y me he acordado de Pepe, y me he acordado mucho de Félix (aunque seguro que me hubiera echado la bronca por perder tiempo y dinero en relatos tontos de terror y tanta manía zombie...).

Tonterías de miércoles. Buscando, esperando, el analgésico de las pequeñas cosas.

lunes, 7 de noviembre de 2011

...la resaca de Negro


No estamos pasando por los mejores días de nuestra vida. Todo está oscuro, cansino, húmedo y ventoso. No tengo palabras, yo que siempre he sido un bocazas, como la canción de los Smiths, pero me afano por no incomodar y seguir el consejo de la mujer sabia: "aprieta fuerte su mano". Es lo único que tengo para ofrecer.

Buenas noticias han sido la presentación de Negro, primero en Huesca y después en Zaragoza. Un orgullo tocar y presentar por primera vez el disco en Periferias y contar con Juanjo Javierre y Antonio Romeo de invitados en directo. Y el pasado sábado en el escenario de La Ley Seca y acompañados de JJ.Gracia, EdSullivan, Alberto Guardiola, Carmen Ruiz, Aloma Rodríguez, Javi Polo, Fernando Sanz...en fin, que muy felices. Además el crítico musical Gonzalo de la Figuera ha escrito una crónica muy generosa en el Heraldo de Aragón (que podéis leer aquí) e incluso el disco está sonando fuera de Aragón, a través de Com Radio y Nando Caballero que amablemente nos ha pinchado. Escuchar aquí.

Parece que sí, que El final de los tiempos es el tema que más gusta.

Se nos va de las manos

Las cifras del paro en España llegan en la semana de ánimas, asustando bastante más que los rostros pintados y las brujas imposibles que nos asolan en este panorama zombificado de estúpida recepción anglosajona (por favor, únanse los progres antiamericanos y los españoles de toda la vida defensores de la tradición, hagan algo…) que nos ha traído Halloween. Tan extremas que parecen fruto del delirio pasivo de un gran mundo indolente, este país se arrastra y las excusas del Gobierno, amparado tras su campana de cristal insonorizada de justificaciones mundiales, resultan patéticas. El manido “es que todos están así” no puede seguir valiendo cuando existen países donde la recuperación es evidente. En Berlín, transcurrida la noche de Walpurgis, tachan fechas en el calendario antes de la debacle griega, sorprendidos por esa especie de motín heleno en forma de referéndum. Ni cobrando la entrada al Partenón a precio de película 3D con ribetes digitales se pueden superar tres décadas de despilfarro. Y en la lista vamos los españoles detrás. La socialdemocracia, el socialismo, las grandes palabras que forjaron la Europa de los ochenta, han acabado teniendo menos valor que una moneda de dos Ecus. La cultura del esfuerzo, la eliminación de la picaresca laboral mediterránea, la intolerancia social hacia los que siguen teniendo a gala su inmovilismo por el remanente del subsidio, todo eso es necesario, imprescindible. Y sí, digámoslo claro, porque la situación lo exige, también un cambio en el Gobierno, el adelgazamiento de la infraestructura autonómica y la revisión de las transferencias y la descentralización psicodélica. Porque aunque nadie diga que el plato tendrá buen sabor, la receta está muy clara.

Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 3 de noviembre de 2011

lunes, 31 de octubre de 2011

En paralelo

Las vejaciones y la posterior ejecución de Gadafi a manos de los rebeldes libios ha sido la triste guinda de una revuelta donde ha sobrado la sangre y, como siempre, los buenos propósitos han sido apartados. Cuando comenzaron las protestas en los países del Magreb, incendiadas a través de la mecha de las redes sociales, la opinión pública mundial estalló en júbilo. Sátrapas temblando ante la pérdida de un poder casi centenario, muchedumbres alborotadas jugándose la vida frente a los tanques y la palabra que más nos llena la boca a los occidentales:libertad. Al club de los agoreros, del cual hace años que soy miembro activo, se nos recriminó por los “peros” ante la situación de efervescencia democrática. De una dictadura a una teocracia hay poco más que unas líneas en el diccionario de ciencias políticas, de los liberadores del norte de África a los guerrilleros de Sierra Madre ni siquiera unos cuantos pelos en la barba. El fanatismo que germina en las muchedumbres siempre ha sido el mayor enemigo del pensamiento individual, el único que puede realmente cambiar el mundo y convertirlo en algo digno de ser habitado. Si seguimos con los paralelismos de las líneas anteriores, uno se sorprende frente a la emoción suscitada por la declaración de ETA. Acogotados económicamente, acorralados por las fuerzas de seguridad españolas, unos cuantos malnacidos deciden rendirse, sin desarme ni perdón, todo sonrisas entre los políticos del país. Las masas estallan en celebraciones e incluso se aventura la posibilidad de que el preso Otegui sea el próximo presidente del Gobierno vasco. Si cambiar a un político como Patxi López por un tipo que sigue creyendo en el socialismo más caduco es la solución que nos traerá el oxígeno y la concordia vamos finos, la verdad. Aparte de su afición por las pistolas.


Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 27 de octubre de 2011

lunes, 24 de octubre de 2011

Antónimos

Hace pocos días Teresa Jiménez Becerril, hermana del concejal asesinado junto a su esposa, por la banda terrorista ETA, nos recordaba que el antónimo de “paz” es “guerra” y que cuando su hermano y su mujer salieron de su casa en Sevilla pocos minutos antes de recibir sendos tiros en la nuca no se dirigían hacia ninguna zona en conflicto bélico. Así que la supuesta Conferencia de Paz que hemos podido seguir estos días quedaba desde un principio reducida a lo que ha resultado ser: una pantomima para la mofa y el desprecio hacia las víctimas. Una parodia, una enorme broma cruel, donde los dinosaurios de la sangre, los que todavía abrazan el marxismo como la vía rápida para regurgitar sobre los que los rodean sus ansias de opresión, buscaban el reconocimiento internacional con la aquiescencia de una buena parte de la clase política española. Sí, los que agitaban los árboles mezclados con los tibios de siempre, más preocupados de obtener el rédito electoral de una declaración del final de la banda del hacha y la serpiente. Aquí se puede justificar casi todo, sostener en una foto el número de preso de Otegui, limpiarse la sangre con el aguarrás del olvido, pero si nos colocamos en la situación moral de justificar los medios para alcanzar los fines en poco tiempo habrá alguien que enarbole una de las máximas más conocidas del refranero español: "Muerto el perro, se acabó la rabia". Y entonces igual habría que asustarse de verdad. Creo que existen dos momentos tristemente claves para la educación política de cualquier amante de la libertad en mi generación: el atentado contra la Casa Cuartel de la Guardia Civil y la nauseabunda ejecución de Manuel Jiménez-Abad. Dos punzadas en el corazón de esta región, heridas insondables que permanecen en nuestra memoria colectiva. Y el recuerdo, que no el rencor, es lo único que traerá una paz duradera.


Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 20 de Octubre de 2011